Las personas tóxicas existen. Y las relaciones tóxicas también. La normalización de conductas negativas que pueden llevar a confundir el cariño con la falta de límites o de respeto, la protección con el control, el perdón con la justificación y el amor con la dependencia evidencian que algo falla. Según los expertos en psicología de TherapyChat, en el desarrollo de las relaciones tóxicas entran en juego muchos factores como la autoestima, la confianza, la inseguridad, el miedo al abandono o a la infidelidad y, también, el modelo de pareja alrededor del que crecemos.
Incluso, señalan que «una vez que la pasión inicial se extingue, a veces, puede llegar a convertirse en una relación tóxica cuando la interacción entre los involucrados gira en torno a hábitos negativos».
«El problema -continúan- es que al estar involucrados emocionalmente, es complicado darnos cuenta de lo que está ocurriendo de manera objetiva y así, muchas veces terminamos 'atrapados' en relaciones que lejos de satisfacer nuestras necesidades emocionales y sacar a la luz nuestra mejor versión terminan mostrando nuestra peor cara».
Muchas veces, estas situaciones son difíciles de identificar, puesto que se van gestando de manera progresiva en el tiempo. Tal y como explican a ABC los psicólogos de TherapyChat, «las relaciones tóxicas no surgen como resultado de un único factor sino que a menudo, se crean por la confluencia de varias causas que son las que dan forma a ese tipo de relación insana».
Pero sí, recalcan, hay una característica fundamental que comparten muchas de las personas que viven en una relación tóxica: la baja autoestima. «Es habitual que quienes no se quieren a sí mismos y no se valoran lo suficiente terminen inmersos en relaciones tóxicas que hunden cada vez más su autoestima», cuentan.
¿La razón? «Creen que es la vida que merecen y que no les aguarda nada mejor en el mundo. Como resultado terminan compartiendo su vida con personas que sacan a la luz su peor versión y le impiden crecer emocionalmente», explican los expertos a este diario.
Sin embargo, la falta de autoestima no es el único factor por el que se caracterizan quienes tienen una relación tóxica. Los psicólogos añaden que la dependencia emocional y la falta de responsabilidad por el bienestar propio, que pueden cobrar vida a través de los celos o una crítica excesiva, también definen a este tipo de personas.
«En estos casos, uno o ambos miembros de la pareja anulan su individualidad y dejan de tener objetivos propios para centrarse única y exclusivamente en la relación y llenar el vacío de su vida con su pareja -cuentan desde TherapyChat-. Es una manera de poner la responsabilidad por el bienestar propio en la otra persona. El problema es que este tipo de relación termina siendo extremadamente desgastante ya que no deja espacio para que cada uno se exprese tal y cual es».
«El miedo a la soledad es otro factor que puede llevar a muchas personas a terminar en relaciones insanas, en las que no se sienten bien y que no le aportan nada, por temor a quedarse solos y enfrentarse a la vida de manera independiente», añaden los expertos. «La inseguridad o unas expectativas demasiado bajas también pueden conducirnos a las puertas de una relación tóxica, de la misma manera que las creencias distorsionadas sobre el amor y las relaciones de pareja que arrastramos desde la infancia pueden conducirnos a compartir nuestras vidas con personas con las que en realidad no somos felices».
¿Y si discutimos mucho?
Conviene también diferenciar muy bien cuando se está en una relación tóxica a cuando se está en una relación sana, porque los conflictos y las discusiones forman parte de las relaciones saludables.
«Simples desencuentros cotidianos motivados por descuidos o errores que llevan a uno de los miembros a perder la calma», forman parte del día a día de una buena relación. «En ocasiones, puede tratarse de conflictos más serios», advierten. «De hecho, las parejas que tienen una relación sana también atraviesan crisis y etapas difíciles en las que el amor puede tambalearse, solo que a diferencia de las parejas tóxicas, cuentan con las herramientas para resolver sus diferencias y salir fortalecidos de esas situaciones», aclaran.
Los conflictos en una relación son inevitables, ya sea por las facturas, los hijos o el estrés. «Cuando dos personas adultas empiezan una relación, es normal que surjan discrepancias y fricciones cotidianas, sobre todo durante los primeros años en los que están conociéndose en profundidad y creando las bases de una vida en común. Y en este caso, los conflictos no son precisamente algo negativo -explican-. Las diferencias de opinión no solo son normales sino que incluso, pueden llegar a convertirse en una buena señal porque significa que los miembros de la pareja han mantenido su propia identidad, es decir, que uno no ha absorbido al otro ni anulado su personalidad».
ABC