Cuando el volcán japonés Sakurajima, de 1.117 metros de altitud, entra en erupción, lanza bombas de lava, rayos y nubes de ceniza. La lava solidificada de una explosión de 1914 conecta lo que en otro tiempo fue una isla con la península de Osumi, en Kyushu, donde se encuentra una gran caldera volcánica que entró por primera vez en erupción hace unos 22.000 años, la caldera Aira. Desde entonces, ha contado con más de media docena de erupciones de gran intensidad en los últimos 10.000 años, durante el Holoceno.
De esta enorme caldera se alimentan diversos volcanes, entre los que se encuentra el volcán japonés Sakurajima, el protagonista de esta fotografía y uno de los más activos del país. Por otro lado, las erupciones de la caldera de Aira se caracterizan por tener grandes flujos piroclásticos, pero el mayor peligro que representa es que en su zona de influencia, o en los 100 kilómetros a la redonda desde el centro de la caldera, residen hasta 2,6 millones de personas.